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lunes, 6 de diciembre de 2010


Y ahora, como complemento a la entrada de hoy, un poema en romaní balcánico escrito por una poetisa bosnia llamada Hedina Sijerčić. Está sacado de un libro titulado “Dukh-Dolor” que es bilingüe en romaní e inglés. La traducción al español es mía, así que pido disculpas por cualquier error que haya.

“Good Afternoon, Roma!”
In a dream
I am producing a radio-program in Romani.
I am listening to my voice:
“Good afternoon, Roma and children!
Good health and luck to you!”
Studio, microphone, music.
Gadze1 dance with us.
Gadze laugh with us.
I am happy.
In a dream
I am producing a radio-program in Romani.
I am listening to my voice:
“Flee Roma! Flee children!
Flee as far as you can!”
Bombs, guns, knives.
The Gadze beat us.
The Gadze kill us.
I am devastated.

¡BUENAS TARDES, ROMANÍES!
¡Buenas tardes, romaníes!
En un sueño
estoy produciendo un programa de radio en romaní.
Estoy escuchando mi voz:
“¡Buenas tardes, rom e hijos!”
“¡Buena salud y suerte para vosotros!”
Estudio, micrófono, música.
Los “gadze” bailan con nosotros,
los “gadze” ríen con nosotros.
Estoy feliz.
En un sueño
estoy produciendo un programa de radio en romaní.
Estoy escuchando mi voz:
“¡Huid romaníes!, ¡Huid niños!”
“Huid tan lejos como podáis!”
Bombas, armas, cuchillos.
Los “gadze” nos golpean.
Los “gadze” nos matan.
Estoy desolada.

Lacho Djive Romalen
Ando suno
Cherav radio emisija pe Romani chib.
Ashunav pesko krlo:
“Lacho djive, Romalen thaj chavalen!
Aven saste thaj bahtale!”
Studio, mikrofono, bashalipe.
E gadze chelen amenca.
E gadze hasaven amenca.
Bahtali sem.
Ando suno
Cherav radio emisija pe Romani chib.
Ashunav pesko krlo:
“Nashen dural Romalen thaj chavalen!
Nashen dur dural!”
Granaturja, jagala, churika.
E gadze maren amen.
E gadze mudaren amen.
Bibaxtali sem.

EL ROMANÍ


El romaní es una lengua de la familia lingüística indoeuropea y dentro de ésta perteneciente al grupo indo-iranio y a la rama india. Es, por lo tanto, una lengua hermana del hindi, del bengalí, del panjabi y, más lejanamente, del persa o del osetio. Es hablada por unos 3.500.000 de roms o gitanos en Europa, aunque este número es sólo estimado puesto que en algunos países los censos no son demasiado fiables o está anticuados. Presenta una notable influencia de otras lenguas con las que ha entrado en contacto, especialmente de las lenguas balcánicas como el serbio o el griego.
Su presencia en los medios de comunicación es relativamente reciente sobre todo en la red, puesto que sólo a partir de los años noventa ha aparecido como medio escrito. Está dividido en varios dialectos y a falta de una norma estándar se ha optado por unificar los dialectos regionales, que se pueden dividir en romaní balcánico (hablado en Turquía, Cáucaso, Grecia, Albania, Serbia, Croacia, Bosnia), romaní válaco (hablado en Rumanía, en la región de Transilvania), romaní central (hablado en Hungría, Chequia y Eslovaquia), romaní nororiental (hablado en la zona del Báltico y de Rusia) y romaní noroccidental (hablado en Escandinavia y Alemania).
Los hablantes de romaní se pueden dividir en dos clases; una de ellas es la de aquéllos que todavía conservan su lengua y que están repartidos por los Balcanes, Turquía y el Cáucaso y la otra la de los que han perdido la lengua porque la sustituyeron por el idioma del lugar donde se asentaban en comunidades, sobre todo en Gran Bretaña, España o Escandinavia. Sin embargo, en estas comunidades el idioma original no se perdió totalmente pues se ha mantenido en forma de una especie de jerga grupal como en el caso de Gran Bretaña (angloromaní), de España (caló) o de los países de Escandinavia (romnisk), donde se hablan lo que, según el Yaron Matras, profesor en la Universidad de Manchester y experto en esta lengua, las llamadas “variedades pararromanís”.
Hasta épocas recientes los rom no se reconocían como una minoría étnica en ningún país del mundo. Políticamente, esto tenía que ver en primer lugar con el hecho de que ningún Estado los consideraba como una comunidad en diáspora con una lenguas y cultura propias, por lo que no se podían beneficiar de acuerdos bilaterales entre gobiernos para proteger a las minorías nacionales. Además, hay que añadir a este hecho que la capacidad de organización social de las comunidades romaníes era más bien débil hasta hace relativamente poco tiempo, sobre todo debido a la marginalidad en la que sus miembros solían vivir y a la hostilidad contra ellos desde los gobiernos y la propia sociedad en la que vivían. Como dato curioso se pude decir que sólo en la antigua Unión Soviética y en lo que era Yugoslavia se reconoció antes de la década de los noventa a las comunidades romaníes. Incluso, en la desaparecida Unión Soviética a finales de los años veinte el idioma romaní se usaba como lengua de instrucción de las comunidades gitanas, habiendo incluso traducciones del ruso al romaní (de Tolstoi y Pushkin, por ejemplo) mostrando el uso de la traducción de grandes autores con el fin de dar a una lengua minoritaria y minorizada un prestigio cultural y literario.
Concienciadas, por lo tanto, de las limitadas oportunidades para llevar a cabo cambios y planes de desarrollo a nivel nacional, las asociaciones romaníes como la Unión Romaní Internacional fundaron una serie de organizaciones internacionales multilaterales con el fin de realizar una política de protección y desarrollo lingüístico y cultural aunque sea en el ámbito de las declaraciones. Uno de los logros de la URI fue que en los años setenta el Gobierno indio reconociera a las comunidades romaníes como un grupo étnico con lazos lingüísticos y culturales con India. Este paso fue seguido por un estudio financiado por la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que reconoció que los romaníes eran unas minorías étnicas en los países donde residían que tenían los mencionados lazos con el país asiático.
Durante los años ochenta el Consejo de Europa, que ya había realizado algún estudio breve sobre las comunidades romaníes itinerantes en el que se recomendaba la habilitación de lugares de acampada y de escuelas, realizó un llamamiento a los gobiernos para que reconocieran los derechos lingüísticos y culturales de los rom. Así, ya en la década de los noventa el propio Consejo de Europa llamó a crear un programa europeo para el estudio del romaní y un departamento de traducción especializado en esta lengua.
En la actualidad tres países europeos han reconocido el romaní como lengua vehicular de una minoría étnica en respuesta a todas las recomendaciones del Consejo Europeo: Finlandia, Austria y la República Ex-Yugoslava de Macedonia, cuyo gobierno ya reconoció en su constitución de 1991 al romaní como idioma cooficial). En estos tres países, las autoridades gubernamentales han tomado una serie de iniciativas con el fin de potenciar la enseñanza y la documentación en romaní. Otros países europeos (Alemania, Suecia y los Países Bajos) han catalogado el romaní como una lengua minoritaria a instancias de la Carta del Consejo Europeo para las lenguas regionales y minoritarias de 1992
Otras formas de soporte legal también se han realizado por parte de algunos gobiernos como el de Bulgaria, Georgia, Rumanía, la República Checa, Noruega e Italia, además de Finlandia, la República Ex-Yugoslava de Macedonia, Austria, Alemania y Suecia, han financiado y promovido la producción de materiales educativos en romaní con el fin de que profesores de romaní enseñen el idioma a los propios niños rom. Sin embargo, en ninguno de estos países estas iniciativas se han llevado a la práctica de manera regular e íntegra por lo que todavía queda mucho que hacer para evitar que esta lengua desaparezca, la única indo-irania hablada en Europa, aunque desde la década de los noventa se han desarrollado clases y estudios de lengua y Lingüística romaní en diversas universidades de Europa y América, como Austin, Chicago, Praga, Brno, Bochum, Hamburgo, Amsterdam, Greenwich, Londres, Manchester, Liverpool, París, Tesalónica, Budapest y Sofia. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer para que este idioma deje de ser un misterio y de estar amenazado.